Ser feliz es menos complicado que definir la felicidad. ¿Estás seguro de saber qué te hace más o menos afortunado? Tal vez te enteres aquí.
¿Eres feliz? El día que decidas hacer un compendio de clichés, frases hechas y cursilerías banales haz el ejercicio de recopilar lo que la gente define como “felicidad”.
Ahí te vas a hundir en canciones, citas, poemitas y malas películas, pero también vas a leer los mejores textos, vas a ver las mejores películas y obras de teatro y entrarás en las mayores disquisiciones filosóficas. La causa de eso es que la felicidad es un estado de ánimo abstracto, que depende de lo que cada uno de nosotros busquemos conseguir en un momento, en la vida entera o en una etapa de ella.
Cada persona va a tener diferentes parámetros a la hora de decidir si es feliz. ¿Quieres revisar lo que piensan algunos filósofos sobre la felicidad?
Para Aristóteles, el tema va por “el equilibrio y la armonía como camino a la autorealización”. Los estoicos propusieron alcanzarla “dominando las pasiones y prescindiendo de las comodidades”. Confucio nos alertó sobre “la armonía entre las personas” como tótem del estado más feliz. Y luego llegó Freud, siempre tan optimista y constructivo, con que “la felicidad es algo utópico, pues no puede depender del mundo real, donde los individuos están expuestos constantemente a experiencias desagradables, como el fracaso y la frustración y, entonces a lo máximo que puede aspirar un ser humano es a una felicidad parcial”.
Los psicólogos actuales lo han tenido tan complicado con ese montón de referencias que han asumido que la felicidad tiene que ver con la edad y la etapa de la vida en la que te encuentres. Para algunos de ellos, la etapa de la niñez y la primera juventud, entendida hasta los 25 años; está en un mismo nivel de posibilidades para que el ser humano se sienta satisfecho consigo mismo y su entorno que la etapa post 50 años.
“La relación felicidad-edad es una curva en forma de U, en la que hasta los 25 años y después de los 50 la gente valora más positivamente su ánimo y complacencia. La etapa más frecuentemente infeliz —el fondo de la “U”, está en la década de los 40, en la que nos sentimos sometidos a muchas más presiones para fijarnos y conseguir metas personales, sociales y culturales”.
Hasta los 25, hay una extensa etapa en la que prima el sentimiento de que todo es posible y, además, todo justifica el disfrutar el momento sin sacrificar mucho “porque nos queda todo el tiempo del mundo”. Después de los 50, para muchas personas “la suerte está echada”, se ha logrado lo más que se pudo y nos quedamos conformes, además de trasladar la responsabilidad de lo que resultó una quimera a las generaciones que nos siguen. El problema de los 30 y los 40 es que nos sentimos presionados a fijar las metas, luchar por ellas a brazo partido, prevalecer sobre todo y todos, y asegurarnos de hacer todo eso mientras queda tiempo antes de envejecer.
Para muchos, eso de la edad es tan subjetivo como el concepto mismo que cada uno de nosotros tenga sobre la felicidad. Los parámetros más comunes consideran en primer lugar el plano profesional y el de la calidad de vida en el entorno social. Aquí entra lo realizado que nos sintamos con nuestra profesión y nuestro empleo, y cuánto esto nos proporciona en términos de estatus. Para medir esto tendrás que preguntarte si te gusta lo que haces a nivel laboral y si eso te proporciona el nivel económico y de prestigio al que aspiras.
Luego, se consideran los temas de lo compensado que estás en tu entorno social (amigos y “tribu”), la satisfacción familiar en términos de pareja y la familia que formas y el apoyo de la familia extendida y el entorno ético satisfactorio según tus preceptos, que va desde el estilo de vida que deseas y llevas, hasta ideas religiosas y políticas, y la comunidad a la que te sientes integrado a partir de ellas. Por último, se tienen en cuenta los imponderables, como la salud tuya y de tus allegados, que aunque puedes influir en ellos, hay un alto por ciento de acciones que se te van de las manos y que quedarían a tu capacidad de resiliencia o adaptación.
Ahí están los enunciados, pero con perdón de filósofos y expertos de todas las esferas, a fin de cuentas, la felicidad es tan relativa, que nadie puede darnos parámetros para medirla. Tú y yo podemos tener la misma edad y estar en exactamente las mismas circunstancias y, sin embargo, sentirnos en puntos diametralmente opuestos del medidor. Nuestra definición es poco complicada y muy abarcadora: la felicidad es estar a gusto con tu vida, no con la que te quieran imponer.
Escrito por; @ROGELIOBAILLERESGIL
Creador y especialista de MEN WELLNESS, También es consultor de Mindfulness y Meditación. Gusta de compartir su visión sobre todo lo relacionado con el cuidado personal integral, estilo de vida y salud mental-emocional y física.
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